Era un medio día caluroso, los brillos del sol estallaban en mis lentes dificultando la visión. Manejaba sin destino alguno, me dejaba llevar por los impulsos de un corazón delirante, que ya desconocía lo que eran los sentimientos, o tal vez si los conocía, pero ya no los escuchaba.
Eran tiempos dificiles y las cosas no salían bien, los problemas se multiplicaban y las soluciones se escondían de mi persona. Siempre supe que algún día iba a llegar algo mejor pero mi reloj ya no tenía pilas, me había cansado de esperar, la aguja avanzaba hasta que en tan sólo un segundo dejó de moverse.
La ruta estaba solitaria, el sol le dibuajaba espejismos de agua mientras que la radio sonaba sin transmitirme nada interesante. Era un viaje de reflexión, acerca de las cosas sucedidas en mi vida.
Ultimamente no habían momentos felices hasta que una madrugada todo cambió. Unas simples palabras me dieron ánimos de continuar este viaje. Por momentos me negué, dije que no quería intentarlo pero en el fondo sabía que alguna enseñanza me iba a dejar. Fue en ese momento que comprendí que la ruta que estaba tomando era la equivocada, era un mal camino del cual mas adelante me iba a arrepentir. Volantié bruscamente dandole un giro a mi vida, arriesgandomé a lo desconocido.
Hasta el momento no me equivoqué, aprendí mucho, cambié y a mi creer fue para bien, conocí la otra cara de la moneda. Ya no siento ganas de llorar por las noches ni tampoco siento esa soledad que anteriormente me perseguía constantemente.
Son cosas simples las que le dan sentido a la vida, y puedo dar por seguro que esa simpleza me regaló felicidad.

 M.B.R